La deficiencia de zinc es un problema de salud significativo que puede tener efectos adversos en niños y adultos. Se ha observado que la falta de zinc en la dieta puede causar una serie de problemas de salud, desde alteraciones del crecimiento hasta trastornos del sistema inmunológico y cicatrización de heridas deficiente.
En niños, la deficiencia de zinc puede manifestarse como retraso en el crecimiento, trastornos del sentido del gusto, retraso en la maduración sexual e hipogonadismo. Otros síntomas pueden incluir alopecia, dermatitis, anemia, letargo y ceguera nocturna.
A nivel poblacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha propuesto tres indicadores clave para identificar un riesgo elevado de deficiencia de zinc:
- Prevalencia de insuficiente ingesta de zinc en la dieta.
- Retraso del crecimiento en niños.
- Bajas concentraciones de zinc sérico/plasmático en la sangre.
Es importante destacar que aproximadamente 800,000 muertes al año están relacionadas con la deficiencia de zinc en todo el mundo.
Los grupos de alto riesgo incluyen a los bebés y niños pequeños que dependen de una combinación de leche materna y alimentos complementarios con bajo contenido de zinc, así como lactantes de bajo peso al nacer. También se encuentran en riesgo los niños mayores que tienen dietas de baja diversidad, adecuación calórica marginal y que consumen alimentos con poco contenido de proteínas de origen animal.
Para abordar esta deficiencia, es esencial el diagnóstico precoz y los chequeos regulares para identificar de manera temprana la deficiencia de zinc en etapas leves a moderadas. En caso de preocupación, es fundamental consultar con un pediatra o un profesional de la salud, ya que la detección temprana y la intervención adecuada pueden prevenir problemas de salud graves asociados con la deficiencia de zinc. Tu salud es valiosa, cuídala.